martes, 7 de octubre de 2008

Las cosas son como son por algo…

Hoy es noche de box, pero ésta no es como las anteriores. Háganse de cuenta que Diosito súper milagroso por fin pidió que le llevaran mi expediente a su escritorio ¿a ver… ¿qué desea esta muchachita? Ser millonaria, ser escritora en afamada revista europea, viajar por todo el mundanal ruido, la juventud eterna, bajar unos 10 kilitos sin hacer dieta, ser feliz, la paz mundial, ay ya todo eso está muy bisteck y ah mira! Que el amor suyo de su vida de ella se aleje de la cantina ésa de tan mala fama (a la que por cierto y como antaño, no dejan entrar mujeres, si no ya hubiera rentado a algún niño de la calle para ir a chantajearlo y hacerle un drama digno de una película de Dolores del Río o de canción de Los Tigres: Nos dejas a míiii y a tuu hijo para venir a estas cantinuchas). Pus bueno, Dios estaba de buenas “mmm pos ta bueno concedámosle éste: que la noche de sábado tengan una romántica cita viendo el box en la santa paz del lecho que comparten”.
Y así como por arte de magia, mi chico “juró”…

El box comenzó, bueno en realidad eso es un decir porque te chutan media hora antes de comerciales y mientras esperábamos ya el momento clímax del asunto (o sea que empezara la pelea, porque no había otra asunto) él suspiraba cada dos segundos con harta nostalgia de la buena “aaayyy cómo quisiera estar en una pinche cantina con una chelita enfrente” y así media hora 45 minutos hasta que por fin el momento esperado: empezó la pelea.

Yo no soy muy aficionada al box, así que nunca había visto un encuentro entre pugilistas y pues nada no sabía ni qué esperar, los primeros minutos transcurrieron sin novedad pero de pronto y sin decir agua va, mi chico me soltó abruptamente y comenzó a gritar a decibeles nada saludables para mi oído (ni para la imagen que tengo de él) “acábalo” “dale en su puta madre” y otras frases de igual sensibilidad.

Pasados 10 minutos de semejante escena, decidí pararme, dirigirme a la sala y escribir esta nota, ahora la que quisiera que él estuviera viendo la pelea en la cantina con una chelita enfrente SOY YO.

3 comentarios:

meibol dijo...

welcome to the jungle mana

Patrulla dijo...

Es que los hombres son medio orangutanes y en el baño de las cantinas regresan a su hábitat, manis.

Con todo Respeto pa su Romeo, ¡eso sí!


Wellcome, beso tronadors.

Vain¡lla dijo...

jajajajajaja por fiiiiiiiiiin!!!!!

Bienvenida a esto de ser geek.